lunes, 16 de noviembre de 2009

NO TODOS SON IGUALES


Suelen publicar ciertos foreros que esta España está corrompida hasta la médula. Intachable análisis.

Cuando dicho análisis empieza a cojear, blandear y repetirse es cuando se centran en las causas y consecuencias de dicha corrupción.

"Todos son iguales", "se necesita una catarsis", "una puesta a cero", "una revolución siempre pendiente", "una guillotina a jornada completa".....
Y es aquí donde el chirrido de esa guillotina justiciera me pone mal cuerpo.

Centrar el análisis en una supuesta culpabilidad general, una mancha extendida sin excepción supone poner un ventilador para mayor gloria de los verdaderos culpables.
En esa marejada de culpas sin distinción los causantes del desaguisado salen tan impunes como los demás, cuando el pecado es de la humanidad, cuando es pecado original, todos pasan por la confesión y cumplen una amorfa penitencia.

No todos son iguales, no todos han gestionado la misma cantidad de dinero el mismo número de años. No se puede responsabilizar de la quiebra de una nación de forma uniforme al analfabeto que toma decisiones erroneas(hipotecarse por encima de sus posibilidades) que al político que dedicó miles de millones en engordar administraciones con el único objeto de colocar a los afines.

No puede ser igual de responsable el que ha dejado una administración pública en posición defendible, que aquel que tras lustros de poder solo puede presumir de estar en la cola de todos los estadísticos de empleo y prosperidad. Por mucho que ambos hayan robado, por mucho que ambos hayan creado redes clientelares, si el resultado ni siquiera es positivo a medio plazo, el robo habrá sido solo pernicioso, ni la excusa de una buena gestión puede atenuarlo.

Pero en el maremagnum del "todos corruptos" aquí no se hace justicia, en el ansia de "revoluciones" y revanchas se hace tabla rasa y pagan todos de forma homogenea, que es lo mismo que decir que todos salen de rositas.

Aquí no caben atajos, cabe un juicio individualizado y exhaustivo de todo aquel que ha tenido responsabilidad política, cabe fiscalizar cada una de sus actuaciones, los resultados de las mismas, el impacto de sus medidas, la oportunidad y eficiencia de las mismas,ver ,en definitiva, si las corruptelas que pudiesen acompañar su acción de gobierno empañan unos resultados brillantes o solo son petardeos de una máquina a pleno rendimiento.

Lo relativista no es, pues, dar por endógeno cierto aroma a corrupción en toda acción pública, lo verdaderamente hipócrita es que eso oculte la calidad de la gestión de ingentes cantidades de dinero público.

Los resultados, por regiones, comarcas e incluso ayuntamientos no son homogéneas, como no han sido identicas las formas de actuar de los servidores públicos. Así pues, nada de tablas rasas, nada de todos son iguales.

Del latigazo a la horca hay mucha diferencia, y por el embudo que reparte culpas por igual solo cabe una leve reprimenda.

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